ANN
ARBOR, Michigan.- Bajo las aguas frías y claras del lago Hurón los
investigadores de la Universidad de Michigan han hallado una pieza de madera,
de 1,67 metros de largo y con forma de poste, que data de unos 8.900 años. El
madero, que en un costado está rebajado y biselado de una manera que parece
deliberada, podría proporcionar claves importantes sobre un período misterioso
en la prehistoria de América del Norte.
“Ésta
fue la etapa en la cual los humanos pasaron, gradualmente, de la caza de
mamíferos grandes como el mastodonte y el caribú a la pesca, la recolección y
la agricultura”, dijo el antropólogo John O’Shea. “Pero dado que la mayoría de
los sitios en esta área donde vivieron los pueblos prehistóricos ahora están
bajo agua, no tenemos pruebas fehacientes de este cambio importante, sólo
indicios que datan de antes y después del cambio”.
Con
el apoyo de la fundación Nacional de Ciencia y la Administración Nacional de
Océanos y Atmósfera (NOAA por su sigla en inglés), O’Shea y su colega de la UM,
Guy Meadows, empezaron a explorar el área en medio del actual lago Huron hace
varios años. En 2009 dieron cuenta del hallazgo de una serie de formaciones de
piedra que, creen eran “senderos de tránsito” usados por los antiguos
paleoindios para conducir los caribúes hacia el matadero, una técnica que
todavía usan los inuit. Estos senderos o corrales estaban ubicados en la cordillera
Alepan Amberley, una conexión de tierra a través del medio del actual lago
Huron que vinculaba el norte de Michigan con la región central de Notario
durante los períodos de aguas bajas en el pleistoceno y el holoceno temprano.
Desde
aquel descubrimiento O’Shea y Meadow han trabajado en la identificación de
sitios de campamentos humanos, que están ubicados típicamente lejos de las
áreas de caza. Los investigadores llevaron su bote de 7,60 metros de largo, el
“S-V Blue Traveler”, a una franja entre 65 y 95 kilómetros adentro del lago
Huron desde Alpena, Michigan, y allí avistaron por primera vez el antiguo
objeto de madera usando un pequeño vehículo, botado a mano y operado con
control remoto y que está equipado con una cámara de vídeo. Luego un equipo de
buceadores, entre los que se contó O’Shea, se sumergió a unos 30 metros para
recuperarlo.
La
edad del objeto, que estuvo almacenado inicialmente en un tubo de policloruro
de vinilo (PVC por su sigla en inglés) lleno con agua del lago, se ha
determinado usando el método de carbono. Actualmente está sometido a análisis
más detallado para determinar si hubo alguna modificación hecha por humanos
como lo sugiere un examen visual. “Lo primero que uno nota es que parece haber
sido moldeado con una base redondeada y una punta afilada”, dijo O’Sheal.
“Asimismo en uno de los lados hay un bisel que no luce natural sino más bien
como que fue hecho a mano. Parece como si se hubiera usado como poste de una
carpa o para colgar la carne”.
Además
del espécimen de madera los investigadores de la Um han recolectado otras
muchas muestras del fondo del lago que, esperan, proporcionarán claves acerca
del ambiente antes de que quedara sumergido bajo las aguas crecientes del lago.
Algunas de las muestran ahora están siendo analizadas en la UM en tanto que
otras las analiza un experto canadiense en reconstrucción de sitios sumergidos
y microlascado, el examen de las lascas de piedra que miden menos de un
milímetro de diámetro y que se producían en cantidades grandes durante la
manufactura de herramientas de piedra.
Hasta
ahora, según O’Shea, se han encontrado cantidades de polen de pino y
carbonilla. “Lentamente empieza a conformarse la imagen ambiental”, dijo. “Hubo
cerca de este sitio un área pantanosa. Al parecer empezamos a aproximarnos a
seres humanos pero, claro, los incendios forestales pueden haber causado la
carbonilla tanto como las fogatas de cocina. Por eso tenemos que esperar los
resultados de los análisis para estar seguro de qué es lo que hemos
encontrado”.
O’Shea
y sus coletas también tienen que esperar a que mejoren las condiciones
meteorológicas antes de que puedan reanudar bajo el gran lago su búsqueda de
pruebas de la presencia humana.
La
investigación se llevó a a cabo con la colaboración del Santuario Marino
Nacional de Thunder Bay, de la NOAA, y la División de Grandes Lagos del Cuerpo
de Cadetes del Mar de la Marina de Guerra de EEUU, ambos con base en Alpena,
Michigan.
O’Shea
es profesor de antropología en el Colegio de Literatura, Ciencia y Artes (LSA)
de la UM, y curador de Arqueología de los Grandes Lagos en el Museo de
Antropología de la UM. Meadows es profesor de oceanografía física en el Colegio
de Ingeniería de la UM.
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